jueves, 17 de abril de 2008

Cándido

_Querido Cándido, vos conocisteis a Paquita, aquella criada tan guapa de nuestra augusta baronesa; goce en sus brazos de los placeres del paraíso, que me ocasionaron ahora estos tormentos infernales; ella estaba completamente infectada y quizás haya muerto ya a causa de ellos. A Paquita le había hecho tal regalo un fraile franciscano muy sabio, que habia investigado su origen, pues a él se lo habia contagiado una vieja condesa, que lo habia recivido a su vez de un capitan de caballeria, que se lo debía a una marquesa, que lo habia cogido de un paje, el cual lo habia recivido de un jesuita, quien, cuando era novicio, lo habia adquirido directamente de uno de los compañeros de Cristobal Colón. En cuanto a mi, yo no se lo pegare a nadie, porque me estoy muriendo_
_¡Oh Pangloss!_éxclamó Cándido_¡que extraña genealogía!¿No será cosa del diablo el linaje?_
_En absoluto_replicó aquel gran hombre_era cosa indispensable en el mejor de los mundos, era un ingrediente totalmente necesario: si Cristobal Colón no hubiera cogido en una isla de América esta enfermedad que envenena el orgien de la vida, y que incluso impide muchas veces la procreación, cosa que es evidentemente contra los fines de la naturaleza, no conoceríamos ni el chocolate ni la cochinilla; por otra parte debemos observar que, actualmente, en nuestro continente, esta enfermedad, junto con la dialéctica, es una de nuestras características propias.

Voltaire