sábado, 15 de diciembre de 2007

La piedra

El hombre nunca consideró a la piedra como algo vivo, a consultar; siempre se ha sentido superior a ella y con derechos de ofenderla....
...El diccionario define a la piedra de la siguiente manera: sustancia mineral,dura y sólida"
El mismo diccionario dice del humano:verbo divino, compasivo, generoso, benigno, caritativo...
¿Que bueno! Faltaría que dijera modesto.
Por ello, por su generosidad, divinidad benignidad," el hombre llama ofensivamente "piedra inferior" al nitrato de plata, que suele usar para curarse sus propios males...
También llama "piedra del escándalo" al pecado original que él mismo inventó por estúpido...
...Jesús, sentado en el suelo haciendo rayas con un palito, dijo: "El que esté libre de culpas que arroje la primera piedra". ¿Siempre la piedra! ¿Por qué no se aplastan con ellos mismos?

Definición del diccionario mineral
Hombre: mono con revolver al que mejor es darle una banana.

Siete horas de frotamiento y 25 kilos de piedra pómez necesita la estupidez humana para gastar y decolorar un pantalón que ha hecho furor, prontuariado como "blue jeans". Con él, y con las zapatillas con resortes y rulemanes, cuatro fabricantes multinacionales han encorsetado a la juventud y a los adultos que la van de "pendejos".

Vivillos humanos, aclaren que anochece. La Edad de Piedra aún no ha pasado. ¡Vivimos en ella. Con ella. De ella!

Gog y Magog en La Gallina Degollada nº 1

jueves, 13 de diciembre de 2007

In Memoriam J.F.K.


Esta bala es antigua.
En 1897 la disparó contra el presidente del Uruguay un muchacho de Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie, para que lo supieran sin cómplice. Treinta años antes, el mismo proyectil mató a Lincoln, por obra criminal o mágica de un actor, a quien las palabras de Shakespeare habían convertido en Marco Bruto, asesino de César. Al promediar el siglo XVII la venganza la usó para dar muerte a Gustavo Adolfo de Suecia, en mitad de la pública hecatombe de una batalla.
Antes, la bala fue otras cosas, porque la transmigración pitagórica no sólo es propia de los hombres. Fue el cordón de seda que en el Oriente reciben los visires, fue la fusilería y las bayonetas que destrozaron a los defensores del Álamo, fue la cuchilla triangular que segó el cuello de una reina, fue los oscuros clavos que atravesaron la carne del Redentor y el leño de la Cruz, fue el veneno que el jefe cartaginés guardaba en una sortija de hierro, fue la serena copa que en un atardecer bebió Sócrates.
En el alba del tiempo fue la piedra que Caín lanzó contra Abel y será muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos y que podrán concluir con los hombres y con su prodigioso y frágil destino.


Jorge Luis Borges - El Hacedor

lunes, 3 de diciembre de 2007

Poseidón

Poseidón se sentó ante su mesa de trabajo y revisó las cuentas. La administración de todos los océanos lo tenía muy atareado. Podía emplear los asistentes que quisiera, y por cierto tenía muchos, pero responsable, como era, insistía en revisar personalmente cuenta por cuenta, así que sus asistentes de poco le servían. No diría que le deleitaba este trabajo, lo hacía sólo porque se le había asignado. Es cierto que ya con frecuencia había pedido una tarea más animada, pero entre los varios trabajos que le fueron sugeridos, se observó que su disposición natural era para su presente empleo. Ni decirlo, sería demasiado difícil conseguirle otra ocupación. Tampoco pensar en ponerlo a administrar determinado mar. Dejando a un lado que la tarea no sería más fácil, sólo inferior, el gran Poseidón, por el contrario, debía obtener un puesto más importante. Cuando se le ofreció un cargo sin afinidad a las aguas, la sola idea lo enfermó, su aliento divino decayó y su broncíneo torso comenzó a jadear. Lo cierto era que nadie tomaba muy en serio las quejas de Poseidón, pero cuando alguien de su poderosa talla se lamenta, por lo menos se debe simular que se lo escucha, aunque sea una situación sin perspectivas. Realmente, nadie pensaba en separar a Poseidón de su cargo; desde los orígenes estaba destinado a ser el dios de los mares y eso no podía ser modificado.
Lo que más le irritaba -y esto era lo que lo indisponía con su trabajo-, eran los rumores que circulaban sobre él. Por ejemplo, que constantemente cabalgaba sobre las olas con su tridente como un cochero, cuando la verdad era que se encontraba sentado en las profundidades de los océanos sin terminar nunca con sus cuentas. La única interrupción a esa monotonía era de vez en cuando, un viaje hasta Júpiter, del cual siempre regresaba exasperado. De ahí que casi no conocía los océanos, sólo los había visto en sus furtivas ascensiones al Olimpo. Y no se podía afirmar que realmente los hubiera navegado. Acostumbraba a decir que lo haría cuando el mundo tocara su fin, sólo para entonces tendría un momento de descanso. Justo antes del fin del mundo y sólo después de haber revisado la última cuenta le daría tiempo para una rápida gira.



Franz Kafka - La Muralla China

jueves, 22 de noviembre de 2007

LA INUTILIDAD DE LOS LIBROS

Me escribe un lector:

"Me interesaría muchísimo que Vd. escribiera algunas notas sobre los libros que deberían leer los jóvenes, para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de la existencia (no exceptuando, claro está, la experiencia propia de la vida)".

NO LE PIDE NADA EL CUERPO...

No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. Pero, ¿en dónde vive? ¿Cree usted acaso, por un minuto, que los libros le enseñarán a formarse "un concepto claro y amplio de la existencia"? Está equivocado, amigo; equi­vocado hasta decir basta. Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho.

Si hubiera un libro que enseñara, fíjese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas las escuelas, en todas las universida­des; no habría hogar que, en estante de honor, no tuviera ese libro que usted pide. ¿Se da cuenta?

No se ha dado usted cuenta todavía de que si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres. Y esa verdad es relativa... esa verdad es tan chiquita... que es necesario leer muchos libros para aprender a despreciarlos.

LOS LIBROS Y LA VERDAD

Calcule usted que en Alemania se publican anualmente más o menos 10.000 libros, que abarcan todos los géneros de la especulación literaria; en París ocurre lo mismo; en Londres, ídem; en Nueva York, igual.

Piense esto:

Si cada libro contuviera una verdad, una sola verdad nueva en la su­perficie de la tierra, el grado de civilización moral que habrían alcanzado los hombres sería incalculable. ¿No es así? Ahora bien, piense usted que los hombres de esas naciones cultas, Alemania, Inglaterra, Francia, están actualmente discutiendo la reducción de armamentos (no confundir con supresión). Ahora bien, sea un momento sensato usted. ¿Para qué sirve esa cultura de diez mil libros por nación, volcada anualmente sobre la cabeza de los habitantes de esas tierras? ¿Para qué sirve esa cultura, si en el año 1930, después de una guerra catastrófica como la de 1914, se discute un problema que debía causar espanto?

¿Para qué han servido los libros, puede decirme usted? Yo, con toda sinceridad, le declaro que ignoro para qué sirven los libros. Que ignoro para qué sirve la obra de un señor Ricardo Rojas, de un señor Leopoldo Lugones, de un señor Capdevilla, para circunscribirme a este país.

EL ESCRITOR COMO OPERARIO.

Si usted conociera los entretelones de la literatura, se daría cuenta de que el escritor es un señor que tiene el oficio de escribir, como otro de fabricar casas. Nada más. Lo que lo diferencia del fabricante de casas, es que los libros no son tan útiles como las casas, y después... después que el fabricante de casas no es tan vanidoso como el escritor.

En nuestros tiempos, el escritor se cree el centro del mundo. Macanea a gusto. Engaña a la opinión pública, consciente o inconscientemente. No re­visa sus opiniones. Cree que lo que escribió es verdad por el hecho de haber­lo escrito él. El es el centro del mundo. La gente que hasta experimenta difi­cultades para escribirle a la familia, cree que la mentalidad del escritor es su­perior a la de sus semejantes y está equivocada respecto a los libros y respec­to a los autores. Todos nosotros, los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. Nada más. Y para ganarnos el puchero no vacila­mos a veces en afirmar que lo blanco es negro y viceversa. Y, además, hasta a veces nos permitimos el cinismo de reírnos y de creernos genios...

DESORIENTADORES

La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La gente busca la verdad y nosotros les damos verda­des equivocadas. Lo blanco por lo negro. Es doloroso confesarlo, pero es así. Hay que escribir. En Europa los autores tienen su público; a ese público le dan un libro por un año. ¿Usted puede creer, de buena fe, que en un año se escribe un libro que contenga verdades? No, señor. No es posible. Para escribir un libro por año hay que macanear. Dorar la píldo­ra. Llenar páginas de frases.

Es el oficio, "el métier". La gente recibe la mercadería y cree que es materia prima, cuando apenas se trata de una falsificación burda de otras falsificaciones, que también se inspiraron en falsificaciones.

CONCEPTO CLARO

Si usted quiere formarse "un concepto claro" de la existencia, viva.

Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice. Estúdiese. El día que se conozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar nada que lo sorprenda. Todo será viejo para usted. Usted leerá por curiosidad libros y libros y siempre lle­gará a esa fatal palabra terminal: "Pero sí esto lo había pensado yo, ya". Y ningún libro podrá enseñarle nada.

Salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. Esos documen­tos trágicos vale la pena conocerlos. El resto es papel...



Roberto Arlt - Aguafuertes porteñas

domingo, 11 de noviembre de 2007

J. L. Borges La ceguera Teatro Coliseo 1977

Como generalmente publico por acá cosas que me gustan, decidí poner estos links, el título lo dice casi todo. Veánlo, nunca está de más escucharlo y verlo a don Jorge Luis. ¡Que lo disfruten!

Parte 1/2
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Parte 2/2
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jueves, 25 de octubre de 2007

Esto termina

¿De modo que querías tu lugar antes de morir?
Mirabas hacia la calle
donde el tiempo de la aceptación terminaba,
preguntando
cómo hubiera sido posible una redención personal,
algo justo en qué ocuparse,
antes de que fuera demasiado tarde.
Cualquier cosa menos las manos en los bolsillos,
el tabaco y la frase inútil,
el razonamiento arruinado por la realidad,
la dialéctica privada
contradecida con el trapo sucio de la cocina.
Antes de que fuera demasiado tarde,
recordando
que hubo un momento decisivo y que eso pasó hace mucho tiempo,
y quisiste estar solo con tu historia particular,
sin conclusión alguna en la mitad de la noche
y la fe fue regresando al útero del conocimiento.
Porque no tenías sustancia recuperable que ofrecer
sino tu neurosis, tu descalabro, tus uñas rotas
de tanto girar equivocado mientras lo cierto sucedía en la calle,
tu mala literatura y tu peor vida,
los golpes de la frente en el vidrio de la ventana.
Todo eso
para ofrecer al mundo
que estaba cambiando la causa de la materia,
que acomodaba las cosas para un orden más claro,
que ajustaba las cuentas y las culpas
y que nada olvidaba, incluyendo
el sitio reservado a tu sepulcro

Joaquín Giannuzzi

jueves, 18 de octubre de 2007

Última estrofa

Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir el espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
altornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el sonido.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetra en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto alvino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es el del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recti sinfín en llamas secas y ojas lloviznadas.
Chorro de abejas incretadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pelamar fugó sin alas.


José Lezama Lima - Muerte de Narciso

lunes, 15 de octubre de 2007

TESTIMONIAL

Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire...

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto;
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas Pobladas de alacranes filtrables,
Con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del sexo en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.

Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la adulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.

Oliverio Girondo

miércoles, 10 de octubre de 2007

El feminismo la ciencia y las criticas anti-iluministas

En nuestra sociedad se asignaron a las mujeres los tipos de trabajo que los hombres no quieren hacer. Varios aspectos de esta division del trabajo segun el genero tienen consecuencias para lo podemos saber desde la perspectiva de las actividades de los hombres y de las mujeres. El trabajo de mujeres exonera a los hombres de la necesidad de cuidar de sus cuerpos o de los espacios donde habitan,dejandolos libres para sumergirse en el mundo de los conceptos abstractos. Por lo tanto, el trabajo de las mujeres articula y da forma a los conceptos que tiene los hombres del mundo y los hace apropiados para el desempeño del trabajo administrativo. Ademas cuanto mejor desempeñan las mujeres sus labores, mas invisibles se hacen para los hombres.

Sandra Harding

domingo, 30 de septiembre de 2007

El regreso II

Aquí todas las cosas se acercan a tu palabra con caricias y te miman: porque quieren subir a tu espalda. Montado en todos tus símbolos cabalgas aquí hacia todas las verdades.
Aquí puedes hablar a todas las cosas con rectitud y franqueza, y la verdad, les suena como un elogio el que se les hable a todas con rectitud.
Muy distinto es el abandono. Porque, ¿te acuerdas, Zaratustra? Cuando tu ave se puso a gritar por encima de ti, estando tú en el bosque, indeciso, sin saber donde ir, cerca de un cadáver; cuando decías: "¡Que mis animales me guíen! he encontrado más peligro entre los hombres que entre los animales", ¡aquello era abandono!
¿Y te acuerdas, Zaratustra? Cuando estabas sentado en tu isla, fuente de vino entre vacíos cubos, dando de beber sin tasa a los sedientos, hasta que al fin tú fuiste el único sediento entre beodos, y decías de noche lamentándote: "¿No es mayor goce tomar que dar? ¿No es mayor goce aún robar que tomar?", ¡aquello era abandono!
¿Y te acuerdas, Zaratustra? Cuando llegó tu hora más silenciosa y te sacó de ti mismo; cuando te cuchicheó malignamente: "¡Habla y sucumbe!", cuando te disgustó de tu espera y de tu silencio y abatió su decaído ánimo, ¡aquello era abandono!
¡Oh, soledad! ¡Patria mía! ¡Qué celestial y afectuosamente me habla tu voz!


Friedrich Nietzsche - Así Habló Zaratustra

martes, 18 de septiembre de 2007

El regreso I


"Oh, soledad! ¡Patria mía! ¡He vivido mucho tiempo salvaje en salvajes paíases extraños para no volver a ti con lágrimas en los ojos!
Ahora amenázame con el dedo como una madre, sonríeme como sonríe una madre, y di tan sólo: "¿Quién ere el que se escapó en otro tiempo de mi lado como un torbellino? ¿El que al escaparse exclamó: Harto tiempo hice compañía a la soledad; entonces olvidé el silencio? ¿Es eso, sin duda, lo que has aprendido ahora?
¡Oh Zaratostra! Lo sé todo; y sé que tú, único te sentías abandonado entre la multitud que lo estuviste jamás conmigo."
Una cosa es el abandono y otra la soledad: ¡eso es lo que has aprendido ahora! Y entre los hombres serás siempre salvaje y extraño - salvaje y extraño - aun cuando te amen; porque ¡ante todo quieren que se les guarde consideraciones!
Pero aquí estás en tu patria y en tu casa; aquí puedes decirlo todo y explayarte completamente; aquí nadie se avergüenza de los sentimiento ocultos y tenaces.



Friedrich Nietzsche - Así Habló Zaratustra

lunes, 17 de septiembre de 2007

Corazon Coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque la noche pase y
yo te tenga y no.

Mario Benedetti

jueves, 13 de septiembre de 2007

El ciclo de lo prohibido


No te acercarás, no tocarás, no consumirás, no experimentarás placer, no hablarás, no aparecerás; en definitiva, no existirás, salvo en la sombra y el secreto. El poder no aplicaría al sexo más que la ley de prohibición. Su objetivo: que el sexo renuncie a sí mismo. Su instrumento: la amenaza de un castigo que consistiría en suprimirlo. Renuncia a ti mismo so pena de ser suprimido; no aparezcas si no quieres desaparecer. Tu existencia no será mantenida sino al precio de tu anulación. El poder constriñe al sexo con una prohibición que implanta la alternativa entre dos inexistencias.



Michel Foucault - Historia de la sexualidad I

Capítulo XIX

Miseria es eso de andar con el corazón zozobrando en el pecho y la memoria extraviada en un pozo de tristeza, pensando en la injusticia del destino, como si éste debiera ocuparse de los caprichos de cada uno. El buen paisano olvida flojeras, hincha el lomo a los sinsabores y endereza a la suerte que le aguarda, con toda la confianza puesta en su coraje; "hacete duro, muchacho" me había dicho una noche Don Segundo, asentándome un rebencazo por las paletas. A su vez, la vida me rebenqueaba con el mismo consejo. Pero qué mal golpe que me aflojaba la voluntad hasta los caracuses, sugiriéndome la posibilidad de volver hacia atrás con un ruego de amor para una hembra enredadora.
Contrariando mi debilidad, miraba adelante, firme.


Ricardo Güiraldes - Don Segundo Sombra

lunes, 10 de septiembre de 2007

C

La sirvienta de gran corazón de quien estabas celosa,
y que duerme su sueño bajo el humilde césped,
es digna de ofrecerle algunas flores
los muertos, los infelices muertos, padecen grandes dolores
y cuando octubre sopla en torno a los viejos árboles,
su viento melancólico abraza sus mármoles,
y encuentran a los seres vivientes e ingratos,
dormir cálidos en sus tibios lechos,
mientras los devoran negros ensueños
sin compañeros en el lecho, y en silencio,
viejos esqueletos helados por los gusanos roídos,
sienten como gotean las nieves del invierno,
para retirarle los harapos que de ellos cuelgan,
cuando el leño silva y canta, si la noche
calma en su sillón la veo recostarse,
si una noche azulada y fría de diciembre,
en el rincón de mi cuarto, recogida la encontrara,
grave y como viniendo de su lecho eterno
acariciando al hijo con su maternal mirada
¿Qué podría responderle a esta piadosa alma,
viendo en sus párpados profundos caerle las lágrimas?

Charles Baudelaire - Las Flores del Mal

¿Quiere ser usted diputado?

Si usted quiere ser diputado, no hable a favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted quiere ser diputado, exclame por todas partes: ­Soy un ladrón, he robado (...), he robado todo lo que he podido, y siempre.

Enternecimiento

...La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré. Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a venderlo a empresas extranjeras, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos "eran honestos". Ellos "aspiraban a desempeñar una administración honesta". Hablaron tanto de honestidad que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escupiera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad. La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cualquier atorrante que se para en el primer guardacantón y exclama que "el país necesita gente honesta". No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no le hable de honradez. En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alardee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gente, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias. Ahora, yo que conozco un poco a nuestro público y a los que aspiran a ser candidatos a diputados, les propondré el siguiente discurso. Creo que sería un éxito definitivo.

Discurso que tendría éxito

He aquí el texto del discurso.

"Señores:

Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a acomodarme mejor.

Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado.

Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores.

En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente: no desvergonzadamente, sino evolutivamente (...) La posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Y créanme, señores, yo seré un ladrón, pero antes de venderme por un plato de lentejas, créanlo... prefiero ser honrado. Abarquen la magnitud de mi sacrificio, y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado.

Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar.

Mis colegas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano. Y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado (...) Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio ipso facto a mi candidatura (...)

(...) Verán ustedes que soy el único, entre todos estos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar hasta la última pulgada de tierra argentina... Incluso me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo en el Palacio de Justicia. Porque si yo ando en libertad, es que no hay justicia, señores..."

Con este discurso, lo matan, o lo eligen presidente de la República.



Roberto Arlt - Aguafuertes Porteñas