jueves, 25 de octubre de 2007

Esto termina

¿De modo que querías tu lugar antes de morir?
Mirabas hacia la calle
donde el tiempo de la aceptación terminaba,
preguntando
cómo hubiera sido posible una redención personal,
algo justo en qué ocuparse,
antes de que fuera demasiado tarde.
Cualquier cosa menos las manos en los bolsillos,
el tabaco y la frase inútil,
el razonamiento arruinado por la realidad,
la dialéctica privada
contradecida con el trapo sucio de la cocina.
Antes de que fuera demasiado tarde,
recordando
que hubo un momento decisivo y que eso pasó hace mucho tiempo,
y quisiste estar solo con tu historia particular,
sin conclusión alguna en la mitad de la noche
y la fe fue regresando al útero del conocimiento.
Porque no tenías sustancia recuperable que ofrecer
sino tu neurosis, tu descalabro, tus uñas rotas
de tanto girar equivocado mientras lo cierto sucedía en la calle,
tu mala literatura y tu peor vida,
los golpes de la frente en el vidrio de la ventana.
Todo eso
para ofrecer al mundo
que estaba cambiando la causa de la materia,
que acomodaba las cosas para un orden más claro,
que ajustaba las cuentas y las culpas
y que nada olvidaba, incluyendo
el sitio reservado a tu sepulcro

Joaquín Giannuzzi

jueves, 18 de octubre de 2007

Última estrofa

Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir el espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
altornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el sonido.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetra en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto alvino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es el del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recti sinfín en llamas secas y ojas lloviznadas.
Chorro de abejas incretadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pelamar fugó sin alas.


José Lezama Lima - Muerte de Narciso

lunes, 15 de octubre de 2007

TESTIMONIAL

Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire...

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto;
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas Pobladas de alacranes filtrables,
Con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del sexo en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.

Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la adulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.

Oliverio Girondo

miércoles, 10 de octubre de 2007

El feminismo la ciencia y las criticas anti-iluministas

En nuestra sociedad se asignaron a las mujeres los tipos de trabajo que los hombres no quieren hacer. Varios aspectos de esta division del trabajo segun el genero tienen consecuencias para lo podemos saber desde la perspectiva de las actividades de los hombres y de las mujeres. El trabajo de mujeres exonera a los hombres de la necesidad de cuidar de sus cuerpos o de los espacios donde habitan,dejandolos libres para sumergirse en el mundo de los conceptos abstractos. Por lo tanto, el trabajo de las mujeres articula y da forma a los conceptos que tiene los hombres del mundo y los hace apropiados para el desempeño del trabajo administrativo. Ademas cuanto mejor desempeñan las mujeres sus labores, mas invisibles se hacen para los hombres.

Sandra Harding